lunes, 11 de octubre de 2010

...Y EL SILENCIO SE ROMPE

Esta tarde comencé a escribir un poema. Quise que fuera amable, lleno de un paladar apetecible, pero a la mitad del camino recibí una noticia y ésta desvió toda la serenidad que comenzaba a tener y se convirtió en algo un tanto más oscuro y triste.
Una señora holandesa que fue muy amable conmigo -de estas mujeres de edad sanas- murió en octubre pasado a los 92 años. Su hija me lo comunicó hace unas horas. Al recuerdo hermoso que tengo de ella van estas palabras:

...Y EL SILENCIO SE ROMPE

Ya se disipa la luz diurna.
El añíl del horizonte
tiene un idilio con el malva
y las montañas
van tornándose de noche
expectantes de la Luna.
Mis ojos son dos lágrimas de hielo.
La muerte clavó de nuevo
una aguja en mi pulso,
pero su voz, su sonrisa,
siempre la tendré
entre la frescura de las flores.
Ya no es el mismo el mar
sin su presencia,
ni las sobremesas del estío,
ni las horas junto a ella
con su verbo y sus años.
Ya se hizo de noche.
Las estrellas continúan brillando
y el silencio se rompe
con un suspiro malherido
y envenenado de lágrimas.

Fuengirola, 25 de junio de 2004.

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