viernes, 29 de octubre de 2010

UNA PALABRA DE HONOR

Siempre que le tuve pasaba con prisas,
nunca me dio tiempo asirme a él,
sólo una vez aminoró la velocidad
y me permitió que le tocara.
Sólo fue eso, un roce inocente.
un leve contacto que encendió de estrellas
mis cielos oscuros.
De repente, sin darme cuenta,
me ví de nuevo solo
y cuánta nostalgia sentí.
Pasaron años y años,
mi juventud se fue
y cuando ya ni me acordaba de él
surgió de nuevo en  una madrugada.
yo no le llamé,
ni siquiera pronuncié su nombre,
sin embargo, él fue quien vino a mí esta vez,
quien se adhirió a mí.
Y de nuevo vinieron los recuerdos.
Ya sin tristezas, ya sin nostalgias
y comprendí que fui favorecido por él
y que tenía que responderle sin rencor,
sin amarguras de ninguna clase.
Hoy su compañía ha llenado mi vida
de un aire limpio y renovado
y hasta siento en mis huesos
la vitalidad de la juventud.
Esta noche me sorprendí a mí mismo
dando brincos de gozo
por tener de nuevo el anhelo limpio
de oír una voz,
de sentir unos besos,
de embriagarme de ternura
por una mirada.
Hoy el amor se quedó conmigo.
Sin yo invitarle se instaló en mi casa.
Ya no tiene prisas.
Me ha dicho que me va a dedicar
todo el tiempo del mundo
y se ha disculpado
por haberme tenido olvidado,
por haber sido tan avaro
aquella primera vez
que creí haberlo hallado,
yéndose luego sin despedirse.
Me habló de que le hizo lo mismo a otro ser
y que decidió
de que ya iba siendo hora 
de unirnos,
de que nos diésemos de cara.
Y así ocurrió.
Ambos quisimos sellar
aquel deseo del amor
con una palabra de honor,
con una palabra que se introdujese
en nuestros corazones para siempre.

No hay comentarios: