martes, 12 de octubre de 2010

HORIZONTES OBLÍCUOS

    Tengo mis horas llenas y mis minutos porque te vaciaste entero en mi vida, no sucede ni un solo instante sin que yo sienta tu amor.
    Hoy germinan en mí las semillas de tu bondad y tu sonrisa y nacen en mí raíces que me hacen mantener firme este amor que te doy.
    Soy como una higuera en medio de un patio en un mediodía de verano, de estos veranos que tenemos en el sur.
    A mí vienes desde lejos a guarecerte de lo que te hiere y te hace dar suspiros de fastidio, porque yo te doy mi sombra y mi aroma, el cobijo de mis ramas, la frescura de mis hojas, mi savia y todos los besos del mundo. Y cuánto deseo la lluvia para que me mantenga vivo, para que sigas libándome sin cesar y continúes viviendo en mí.
    Conmigo olvidas la apatía que tienen en sus cananas esos cazadores que tiran a matar para conseguir cadáveres vivientes, tristes y desencantados. Matan la esperanza, hacen que los horizontes sean oblicuos para que nadie consiga alcanzarlos.
    Yo te doy, amor, mis manos abiertas y llenas, mi garganta hecha canción, la quietud de mi complicidad, la locura constante de mi alegría, el descontrol de mi fuerza al amarte…
    Soy tu ritmo y tu voz en estos días de juventud y para mañana, seré báculo de tus pasos.
    Nuestros años se amasarán juntos y se llegarán a confundir en las dimensiones de la eternidad.

    Fuengirola, 21 de septiembre de 2010

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