miércoles, 13 de octubre de 2010

MARÍA LA DEL ABRIGO

Tú te acuerda de aquel día
que me dijiste mú bajo:
"Pepillo, estoy arresía,
cómprame un abrigo largo".

¿Y pa qué te lo compré?
Cuando saliste a la calle
me entró a mí un no sé qué...
un no sé qué a mí me entró...
que en aquel mismito instante,
tó lo que yo te quería
el viento se lo llevó.
Que sí, que se lo llevó el viento!
Y yo me fui detrás de él.
Y desde aquel mismo día
me fui a la casa mi tía
porque no te podía vé.

Hay que vé el abrigo que elegiste,
con más cuadros que un ajedré.
Y encima tú te pusiste
con más boato que un marqué.
Y no, hija mía, no...!
Que aunque hambre no pasamos
"semo" mú "probe", María
y no me presumas tanto!

Parecías una modelo de esas
chupándote las mejillas.
-Con la cara que tú tienes
de barrillos y espinillas!-
¿Qué te proponías ser?
la Sarita Montié?
Pues empieza a tomar nota
viendo "El Último cuplé".
Que, aunque la veas cien veces
serás "María la del Abrigo",
que así es como te llaman
desde el rico hasta el mendigo.
Porque ya no te lo quitas
ni en invierno ni en verano
y tiene más mugre el pobre
que el hocico de un marrano.
Y que no vas tú felí ni ná
con tu abriguito abrochao!
Aunque estemos en agosto
te lo abrochas hasta abajo.

Ojú, Mariquilla mía,
en qué mal día te lo compré!
Tú cabeza está perdía
y tó lo haces al revés.

Que si hace frío o caló?
Qué te importará a ti eso?
Tú sales siempre solemne
con tu abrigo largo puesto.

Pues nada, hija, continúa,
pero lávalo con mucho afán,
que está el pobre más amarillo
que un chino comiendo flan.

Fuengirola, 29 de septiembre de 2003

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