Que se vierta sobre mí tu llanto herido.
Soy pañuelo del dolor que te han causado,
la pomada de tu corazón llagado
y ese beso que apacigua tu alarido.
Soy sandalias de tus pies, tú mi camino.
Soy tu fuerza cuando brota tu cansancio.
Soy tu sombra cuando el sol te deja exhausto
y agua fresca en tus labios doloridos.
Soy garganta, portavoz de tus suspiros.
Me revelo con cualquiera por tu daño
y mi cuerpo se disfraza de cuchillos.
En el núcleo De mi alma estás metido.
Al tiempo le robé todos sus años
para usarlos junto a ti, cariño mío.
Fuengirola, 16 de diciembre de 2009
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