martes, 12 de octubre de 2010

CALLEJEÁNDOTE

Me fui por las calles solo
para oler tu aroma en ellas.
Calle Larios me dio tus ojos
y tu sonrisa, La Alameda.
Puerta Oscura me dio tu beso,
la alcazaba tus quimeras,
el parque me dio tu sombra
y tu luz, la Malagueta.
El sendero de las luces
me dio tu luna y tu estrella
y La Merced, colgó de una driza,
tu nombre en una bandera.
El cielo azul de Málaga
me trajo tu voz primera
llenándome entera el alma
de tequieros y promesas.
Puerta del Mar me dio tu brisa,
Cuarteles me dio tu pena
y en el Puente de La Esperanza,
-sobre un río que no suena-
oí tu eco enamorado
como un cantar de sirenas.
Calle Granada me dio tus hombros
y tu cintura, calle Nueva,
y el Paseo de los Curas, tu cuello
Yerto como una palmera.
Oh, cómo odio tus adioses,
cómo festejo tu vuelta.
Ay cómo dejas mis manos...
mis manos de caricias, llenas…
Cómo se cierran mis labios
mientras veo que te alejas...
Cómo a ti estoy engarzado
como el platino a la gema.
Me vuelvo a casa agotado.
Estás en cada una de ellas,
en cada calle, en cada plaza,
en cada esquina y acera,
en cada banco del parque,
en cada bar y en cada tienda…
Sólo me queda el consuelo
que me da tu tren de vuelta
y un corazón puro y lleno
de tu amor que me sustenta.

Fuengirola, 28 de julio de 2008

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