martes, 12 de octubre de 2010

TE ESPERABA, AMOR

Los caminos no sólo se hacen andándolos.
Los caminos se hacen también soñándolos.
Y tras haberlos soñado y andado
se hacen también recordándolos.
En el amor es igual.
No sólo se puede decir
que uno está enamorado amando,
sino soñando con ese amor
y recordándolo siempre una vez hallado y perdido.
Las dimensiones del tiempo
hacen que las cosas existan,
no importa que aún no hayan ocurrido.
Tú exististe siempre en mí, eras de verdad.
Estuve amándote incluso
una década antes de que nacieras.
Te esperaba, amor.
Luego sentí tus miradas y tus besos
y este amor sigue teniendo
la misma verdad de entonces.
Algún día no seremos y esto nuestro
seguirá igual de vivo que antes de que nacieras.
Seguirá latiendo después de nuestra muerte
y en las paredes seguirán retumbando
nuestros suspiros.
El viento mismo, como en un rumor,
hará que nuestros tequieros
sigan iluminando las calles oscuras
en las noches invernales.
Y no sentiremos nada ahí dormidos,
en esa nada que nada es.
Pero sí seguirá latente eso que nadie
puede hacer desaparecer: nuestro amor.
Porque Dios es imperecedero.
Los milenios quedarán rendidos, agotados.
No podrán ajar lo que siempre será.
Y de pronto el poder de Su amor
nos dará la vida de nuevo
para que el tiempo continúe
escribiendo más páginas
sobre el amor
que tendremos que vivir.

 Fuengirola, 5 de diciembre de 2008

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