jueves, 28 de octubre de 2010

A UN HIJO NO NACIDO

    Querido hijo, hoy me he acordado de ti de una forma especial, pues hoy tendrías cuatro años. Cuánto te echo de menos y cuánto he lamentado no haberte conocido, no haberte tenido entre mis brazos, no haberte llenado de besos.
     Cuando nos enteramos de que venías de camino tu madre no quiso ni hablar del asunto, lo único en que pensó fue en deshacerse de ti. Su argumento fue tan pobre como su corazón lleno de crueldad. Dijo que tú no podías nacer porque tus cuatro hermanos no podían permitirse el lujo de carecer de absolutamente todas las cosas a que estaban acostumbrados. Ella no quería que eso ocurriese, prefería quitarte la vida a que tus hermanos tuvieran cualquier clase de contrariedad. Yo traté de convencerla de que a tus hermanos no les importaría tener otro miembro más en la casa, que tu vida era mucho más importante que cualquier otra cosa, pero no se vino a razones.
     Recuerdo que le supliqué que no te hiciera daño, que yo te quería, que eras nuestro hijo, que te estabas formando porque Dios así lo quiso, que eras el resultado de nuestro amor, pero de nada me valieron aquellas palabras y aquellas lágrimas que lloré.
     A los dos días se deshizo de ti. Tengo que decirte que nunca en toda mi vida había odiado a nadie, pero en el momento en que apareció por la puerta y me dijo que todo había acabado, un odio -creo que nunca sentido por nadie en toda la historia humana- se apoderó de mí y puse fin a veintidos años de matrimonio. Ya no me interesaron ni tu madre ni tus hermanos, los odié a todos porque fueron los causantes de tu muerte, me odié a mí mismo por sentir ese odio y por haber estado tan ciego y haber creado, sin darme cuenta, a cuatro monstruos que lo único que les interesaba era su bienestar.
Siempre he trabajado como una mula para crear una familia que viviera con todas las cosas necesarias, pero me olvidé de lo más importante: de inculcar valores morales. Sé que si lo hubiera hecho tú estarías vivo, pues tus hermanos te hubieran acogido con los brazos abiertos y no les hubiera importado haberse apretado el cinturón si hubiese sido necesario, pero tu madre se curó la herida antes de ésta producirse y cortó por lo sano.
     Desde entonces vivo solo. No puedo soportar a ninguno de ellos, porque, aunque estaban enterados del asesinato que tu madre iba a cometer, ninguno de ellos movió un sólo dedo para evitarlo. Una tarde los sorprendí a todos hablando del asunto y fue entonces cuando pude saber a ciencia cierta que ninguno de ellos estaba interesado en tu nacimiento, porque entonces tendrían que compartir la herencia con uno más. Aquello fue peor que si me hubieran arrancado las uñas desde la raíz. Pero les salió mal la jugada.
     Tu madre y yo nos separamos. No quise escucharla ni un sólo momento, incluso llegó a ponerse de rodillas para que no la abandonara, pero en ningún momento me pidió perdón por lo que hizo. Era evidente que no sentía ninguna clase de remordimientos al respecto, así que mi decisión de alejarme de aquella casa fue implacable.
     Tus hermanos nunca me han llamado y mucho menos visitado, pero hace un poco más de un año sí vino el mayor de ellos. Al principio me extrañó, pues nunca pensé que algún día tuviera el valor de mirarme a la cara. No vino para pedirme nada, sino para pretender hacerme responsable de la muerte de tu madre. Sí, unos días antes se suicidó no pudiendo soportar por más tiempo que yo la abandonase, pero no porque me quisiera, no, sino porque sabía que era el centro de las habladurías de sus amistades y eso hirió su orgullo.
     Yo le dije a tu hermano que no me alegraba de ello y que no tenía nada más que decirle, sólo que pronto me volvería a casar y que, por supuesto, estaba en mis planes tener unos cuantos hijos más, pues mi prometida era bastante joven aún, que se les hiciera el cuerpo a él y a sus hermanos de que la herencia se iba a quedar un poco endeble, así que se buscaran un trabajo y comenzaran ellos mismos a labrarse un porvenir, porque de mí iban a obtener bien poco.
     Sí, hijo mío, ya me casé y mi nueva esposa está a punto de dar a luz. Sé que por muchos niños que tengamos no serán nunca como tú. Tú eres especial, pues nadie te quiso y nadie te dio la oportunidad de que vieses este planeta tan lindo que tenemos, ni de escuchar el alegre canto de los jilgueros, ni de sentir mis caricias... Tú eres especial porque no tuviste la oportunidad de abrir los ojos, ni siquiera de oír el sonido de tu propio llanto.
     Me horroriza pensar que tu lecho fuera un contenedor lleno de miseria y pecado, y no aquella cuna que tuvieron tus hermanos.
     Tú, hijo mío, siempre serás la persona más importante de mi vida y nunca podré olvidarte. Cuando tu nuevo hermanito esté en los brazos de su madre y ella lo duerma con sus nanas, esas nanas también serán para ti, y cuando yo le cuente cuentos fantásticos de príncipes de reinos remotos, también serán para ti, porque tú -aunque algunas almas negras lo quisieron impedir- siempre serás mi hijo, siempre.

    Fuengirola, 1/4/01

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Manolo, he estado leyendo tus poemas y la verdad me han gustado mucho, estre a mirar una receta y me he topado contigo, la verdad que con este, me has tocado la fibra soy mama, tengo una niña de cuatro años y es lo mejor que me ha pasado en mi vida, no puedo imaginar mi vida sin ella.
Tengo que decirte que tenemos muchas cosas en comun aunque soy nacida en cadiz, soy una enamorada de malaga y la siento mia y cada vez mas, ya que llevo sangre malagueña en mis venas mi padre es malagueño y tres de mis hermanos, soy cantante,me gusta el teatro el cine y los musicales, como no, el mar, el sol,las tapitas y se me da muy bien escuchar a los demas. Bueno, un beso enorme espero que estes bien y muchas gracias por tus recetas.

Charo dijo...

Hola Manolo, he estado leyendo tus poemas y la verdad me han gustado mucho, estre a mirar una receta y me he topado contigo, la verdad que con este, me has tocado la fibra soy mama, tengo una niña de cuatro años y es lo mejor que me ha pasado en mi vida, no puedo imaginar mi vida sin ella.
Tengo que decirte que tenemos muchas cosas en comun aunque soy nacida en cadiz, soy una enamorada de malaga y la siento mia y cada vez mas, ya que llevo sangre malagueña en mis venas mi padre es malagueño y tres de mis hermanos, soy cantante,me gusta el teatro el cine y los musicales, como no, el mar, el sol,las tapitas y se me da muy bien escuchar a los demas. Bueno, un beso enorme espero que estes bien y muchas gracias por tus recetas.

Manolo dijo...

Muchas gracias por leer mis poemas, Charo. Encantadisimo de conocerte. Un saludo muy afectuoso y un trozo de esta Malaga que enamora a una media boquerona