lunes, 11 de octubre de 2010

QUIERO SEMBRAR UNA ROSA

Hoy mi pluma ha escrito con una tinta muy especial, una tinta amarga, llena de lágrimas. Me ha costado mucho escribir este pensamiento
que os voy a poner a continuación, y no dejo de pensar en las familias de las personas que aún yacen debajo de los escombros en esa maravillosa ciudad, que hoy continúa siendo una sombra de lo
que ayer mismo era.
Esta rosa para todos ellos, mi oración, mi silencio, mi llanto...

(Las palabras supracitadas fueron escritas para una hoja poética que yo tenía en internet, un día después de los hechos acaecidos en Nueva York)
Quiero poner una rosa sobre tu pecho, madre,
porque estás muerta.
Quiero poner una rosa sobre tus manos, padre,
porque estás muerto.
Y sobre vosotros, hijos, hermanos, esposos, amigos...

Ayer la muerte os mordió el corazón,
y, aunque continuáis vivos
estáis muertos, como sus corazones
que dejaron de latir.

Quiero poner una rosa sobre ellos,
sobre su sepultura de escombros,
sobre el miedo,
sobre el llanto,
sobre el último hilo de esperanza
que abrigaron.

Quiero poner una rosa sobre el futuro,
para que no sea incierto,
sobre el perdón,
sobre la mente arrepentida,
sobre el deseo apagado de venganza.

Quiero poner una rosa
sobre estas lágrimas que derramo
en esta oscuridad
de ciudad apaleada,
de alegría suspendida
en este paréntesis inicuo
entre la libertad y el amor.

Y quiero sembrar una rosa
por un mañana lleno de luz,
de cielo despejado,
de empatía recíproca,
y porque el Hudson
siga destilando aire fresco
sobre Manhattan.

Fuengirola, 12 de septiembre de 2001.

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