por la orilla de la mar.
Iban cogidas del brazo
cantando coplas de sal.
"Queremos que nos entregues
desde tu profundidad
estrellas y caballitos,
para así poder hallar
amores de salitre y luna
que nos llenen de felicidad."
Iban chiquillos alegres
cortejando su cantar
chocando conchas de nácar
y silbando sin cesar.
La línea añil tan lejana,
ebria de espuma y coral
los miraba rendida y serena
como el que quiere evocar.
Las piérides sacaban sus arpas,
las sirenas, su llorar,
y otras ninfas fabulosas
se pusieron a danzar
con marineros dormidos
en sus barcas de cristal.
Entre la purpúrea bruma
la Luna se puso a soñar
con trovadores de céfiro,
en su oscura soledad.
Las muchachas seguían cantando,
cantando a la orilla del mar:
"Queremos que nos entregues
desde tu profundidad,
estrellas y caballitos
para así poder hallar
amores de salitre y luna
que nos llenen de felicidad."
Con diademas de amarantos
se pusieron a buscar
donceles recién nacidos,
con sus canciones de sal.
Canciones de anhelos nuevos
blancas como la cal.
Como un beso nunca dado.
Como las perlas de la Verdad.
Fuengirola-Málaga, 9 de octubre de 2001
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