lunes, 11 de octubre de 2010

...Y SOÑANDO CON LA NOCHE

Mi sol está oscurecido
por la sombra de una pena.
Ni una leve brisa,
ni un suspiro, nada,
no había nada
que reanimara la quietud
de esa niebla.
Yo me levanté
con la sombra en mi mirada
y me desplomé en esta silla
por si a la esperanza
le daba por tocarme.
Como una luz lejana
que brillara al final de una calle
apareciste llena de flores,
del frescor de la mañana
y esta sala se llenó de palomas blancas.
De nuevo el Sol
me llenó la cara de besos
y mis labios volvieron a vivir.
No sé nada, nada...
Este caballo
aún no dejó de ser potro.
Este toro negro
aún no dejó de ser eral
y juntos en la dehesa
hablan apaciblemente
sin miedo a nada
y soñando con la noche,
con la Luna,
con su resplandor azul
y el rocío que destilará
nuestra amargura.

Fuengirola, 11 de agosto de 2004.

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