martes, 12 de octubre de 2010

BAJO LA NOCHE ESTRELLADA

En la calle caminando,
bajo la noche estrellada,
su recuerdo me llegó
como mortal estocada.
Tan viva la sentí en mí,
tanto se encendió su llama,
que me quemó todo entero
bajo la noche estrellada.
Se enardecieron mis ojos.
Se me nubló la mirada.
Y entre mis pasos cansados
de soledad y de rabia,
lancé mis besos al aire
bajo la noche estrellada.
Cuánto lamento oprimido
se escondía en mi garganta.
Cuántos gestos de locura
desfiguraron mi cara.
Cuántos potros desbocados
-atravesando mi alma-
galoparon en el aire
al intentar alcanzarla. 

Pero el toro de la muerte,
en la dehesa del alma,
mugió sonidos de espanto
en mis utópicas garras.
Cuánto pesaban mis pasos.
Cuánta apatía y desgana.
Cómo temblaba mi anhelo
bajo la noche estrellada.

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