viernes, 10 de diciembre de 2010

LA VISITA

   Hola cariño, espero que estés durmiendo en estos momentos mucho y bien y que no te despiertes tanto, que vaya trastorno el que tienes con el sueño.
    Aquí estoy, echando las dos últimas horas del turno, ya tengo ganas de salir para que me dé el aire de la mañana, hace calor. Parece increíble decir esto en diciembre, pero es que hace un poco de bochorno con estos 15º que hay en estos momentos en Málaga, propios de un mes de mayo.
    Hace un rato recibí una visita, estaba yo en el ordenador, y de pronto, las puertas que yo tenía cerradas a cal y canto, se abrieron. No ví nada, pero alguien entró.
    -Buenas noches -oí que me decía una voz indescriptible, suave pero certera y clara-
    Yo quedé callado aguantando la respiración, pues no había nadie, sólo aquella voz.
    -No, no trates de buscarme para dar conmigo, no me puedes ver. Soy la Noche, esa que tantas veces describiste en tus poemas, que incluso afirmaste mantener un idilio conmigo. Vengo a decirte que tu amado está soñando contigo. Ahora está sonriendo en su lecho contemplando la escena que le puse en su almohada y así estará hasta que suene su despertador. Vengo a decirte que vuestro amor me tiene enamorada, que nunca he visto nada igual. He conocido amantes que se amaron hasta la muerte, he vivido muchos milenios tratando de dar con vosotros y por fin os encontré. Siempre os responderé, estaré presente y os velaré, contemplaré vuestros besos con el brillo de las estrellas, vuestros abrazos bajo la inspiración que da la luna y vuestro placer será mi placer. Ya quería yo conocerlo, no que me he tirado toda mi vida llena de carencias porque nunca hubo un espejo dónde mirarme, sólo en la plata del mar en noches de plenilunio. Ahora sé lo que significa el amor.
    Una vez creí haber dado con vosotros, fue a finales del siglo XVI cuando un escritor inglés estuvo escribiendo una historia preciosa de dos enamorados llamados Romeo y Julieta, pero luego me enteré que ninguno de los dos existieron, incluso el nombre de Julieta fue pura invención del escritor. Quedé muy decepcionada y me prometí a mí misma que nunca más confiaría en ningún escritor de historias, todo lo que dicen es mentira, son inventores de palabras, de situaciones, sólo han ocurrido en sus cabezas. Cuando acabé de leer esa historia me engalané toda. Llamé a la luna para que luciera en toda su plenitud, a las estrellas para que sirvieran de lumbreras en mi camino y a los grillos y a las criaturas del bosque para que fuesen la mejor sinfonía jamás compuesta. Pero fui a Verona y allí nadie sabía nada de ningún Romeo y de ninguna Julieta y mi llanto ocasionó una gran tormenta que duró días y días por toda la región del Véneto, causando el desbordamiento del Po. Nunca más lució la luna con la claridad de aquella noche, ni las estrellas brillaron tan exultantes como entonces. Nunca más, hasta esta misma noche, que, aunque está la luna creciente, el poco haz de luz que posee es de mucho más resplandor que cuando ha estado en su plenitud. Hasta las estrellas se reflejan en el callado mar.  Desde aquella decepción hasta hoy, siempre ha habido un velo tenue que ha envuelto la tierra. Era mi dolor. Por eso existen las tormentas y esos grandes vendavales que causan tanta destrucción, porque a veces aflora en mí aquel dolor y no puedo contener los vientos ni los manantiales del cielo y me desmayo y es al despertar cuando advierto lo ocurrido. Siempre viviendo con remordimientos, por el dolor que causo a mucha gente. No creas que la noche es algo idílico, no, la noche se muere en sí misma y quiere dejar de ser.
    -Pero, noche, ¿si mueres qué va a pasar con mi amor? no puedes dejar de existir, ¿cómo podré dormir en esas maravillosas noches de verano ante el olor de los jazmines y los dompedros, si tú te esfumas?
    -No, no moriré. Ahora existís vosotros. Sois los que me daréis la vida que me falta y hace unos instantes el velo lo rasgue de arriba abajo, me ayudaron las aves nocturnas y los cuatro vientos que ahí siguen bien sujetos. Hoy tu amor cuando se levante pensará en ti. Se lavará los ojos, se mirará en el espejo, y sonreirá, porque hoy tomará un tren que le llevará a ti. Hoy haréis el amor, echaréis monedas en un tarro de cristal, es vuestro reloj particular, el reloj del amor y cuando lo llenéis buscaréis otro más grande para continuar amándoos. Yo vigilaré siempre para que ninguna mano ajena eche una moneda ilícita, así la fidelidad siempre permanecerá en vuestra casa. Pero sé que no hará falta quedarme en vela porque confío en vosotros. Vuestro amor es amor de verdad, no un simple enamoramiento pasajero. De vosotros tendría que haber escrito el inglés, no de dos adolescentes inexistentes. Habéis tardado en conoceros. Mi amiga la Vida es muy suya y por mucho que le estuve suplicando, a ella le entraba por un oído y por el otro le salía. Sólo cuando dejé de insistirle es cuando le ha salido del alma poner vuestras fotos en el cosmos para que vuestros dedos, al contacto de una clave escrita en un teclado os presentase el  uno al otro. Y cuando os vísteis os quedásteis prendados el uno del otro y de vuestras palabras, sobre todo de una en concreto llamada Verdad. La Verdad es la que siempre os guiará en este difícil camino hecho de horas y años, y es la más poderosa de las armas que podréis tener. En verdad, estáis bien equipados.
    -Qué bien haberte conocido, Noche, y saber que siempre estarás con nosotros. No porque yo esté enamorado he dejado de estarlo de ti y sin embargo, no ser infiel. Hay amores tan limpios, tan bien nutridos, que nada ni nadie puede sembrar nada inicuo en nosotros.
    De pronto sentí una brisa en mi rostro, un olor a mar y a rocío que me estremeció. Las puertas se volvieron a abrir y a cerrar. Fue la noche que me dio un beso y aquel aroma fue su manera de despedirse.
    Sí, cariño, esta noche recibí una visita. Y yo te espero con mis manos llenas de estrellas y con un trozo de luna en el techo de nuestra alcoba. Y volveremos a echar monedas en nuestro tarro de cristal, nunca dejaremos de echar monedas en él.
    Te amo.

Fuengirola, 10 de diciembre de 2010

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