martes, 12 de octubre de 2010

...Y NO PEDISTE NADA (a mi madre)

Tu sangre me la diste
y no pediste nada.
Fuiste mi primer refugio,
mi escondite y mi morada.

Soy fruto de tu árbol,
arco iris de un mañana,
sol de mediodía
y agua fresca de cascada.
Eres, madre mía,
como la sal de tus lágrimas,
como el viento de la sierra
y el cantar de la calandria.
Mi recuerdo me cobija
en las letras de tus nanas
y en el crujir de la silla
donde estabas tú sentada.
Tú me diste, madre mía,
el rocío y la alborada,
el contacto de tus brazos
y lo tibio de tu alma.
Ya he dejado de ser niño.
Ya he perdido tu voz clara.
Ya no siento el calor
de tu pecho en mi cara.
Quisiera, madre mía,
que en tus brazos me apresaras,
que sintieras que te quiero
como la hierba ama al agua.

Tu sangre me la diste
y no pediste nada.
Fuiste mi primer refugio,
mi escondite y mi morada.

Fuengirola, 1983.

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