lunes, 11 de octubre de 2010

...Y ME SENTIRÉ CÚSPIDE POR TI


Nunca te pediré
que me digas: "Te amo",
aunque me muera
seco como una esponja
endurecida por el sol,
aunque me tenga que tragar
cada piedra de la calle,
aunque mi boca te lo quiera gritar
lo mismo que una fiera herida,
aunque mi sangre se agolpe
con cada palabra no dicha
y me ahogue
hasta que no pueda sentirte,
aunque me miraras
y llegaras a morirte de ternura, 
aunque tu boca me curase con tus besos,
aunque tus manos
supieran descubrir mi más íntimo dolor
y se llenaran de caricias.

No, nunca te lo pediré.
Pero si alguna vez me lo dices...
oh, si alguna vez me lo dices...
te empaparé con mi amor,
te ofreceré mi garganta
llena de tequieros
hasta que enmudezca,
hasta que mi voz
sólo sea un murmullo.
Y yo me sentiré cúspide por ti,
no tierra hollada,
no ceniza olvidada
en un rincón.
Si alguna vez me lo dices
mi corazón volverá a cantar,
se llenará de ti
como si fueras manantial
recién nacido.
Cuando en el tuyo
no queden residuos de dolor,
cuando tus ojos
no sean de noche,
sino de mediodías
llenos de sol
podrás decírmelo, no antes.
Y entonces miraremos juntos en silencio
la caída de la tarde,
el resplandor del sol
escondido en esa montaña
y el cielo embadurnado
de naranjas y malvas.
Yo te miraré y tú me mirarás
y nuestros ojos hablarán por nosotros.

Fuengirola, 6 de septiempbre de 2002.

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