lunes, 11 de octubre de 2010

UNA TARDE DE ESTÍO EN LA ALCAZABA

La tarde es celeste.
La brisa del cercano mar
mece un ciprés
medio tapado por un muro.
El agua está presente
en todo el palacio.
Un desgastado surtidor de piedra,
en medio del patio,
llora minúsculas gotas de agua
y me hace recordar mi llanto,
hoy seco por esta tarde celeste.
Los geranios ofrecen su terciopelo al sol
que va dorando al paisaje.
Los jazmines imperiales
-tan fragantes y pequeños-
se enredan sobres las arabescas
arcadas de ladrillo.
Una campana suena a lo lejos.
Cerca, siento el calor
de alguien que lee el Libro
mientras yo escribo en silencio
bajo una techumbre de hiedra...

No hay comentarios: