lunes, 11 de octubre de 2010

TÚ SABES COMO YO...

Tú sabes como yo que este amor nuestro
nos lleva cada día a la tristeza.
Tenemos que medir hasta los besos.
Tenemos que sufrir las consecuencias.
Tú sabes como yo, querida mía,
que ya lo decidimos un buen día,
que esto será siempre clandestino,
que no verá la luz nuestras caricias.
Ya sé que no podemos arriesgarnos.
Tu piensas en tu gente y yo en la mía.
Ya sé que no podemos ni mirarnos
con ese amor que existe en nuestras vidas.
Pero este mismo amor es tan inmenso
que cuando ve un obstáculo lo esquiva
y el fuego que arde dentro de nosotros
se hace más intenso todavía.
Sigamos caminando por la noche
por esa calle oscura y tan vacía.
Dejemos para siempre los reproches
y sígueme queriendo, vida mía.
Tenemos que esconder lo que sentimos
delante de esa gente incompensiva.
Sigámosles el juego, ese es el trato
aunque estemos manando hipocresía.
Pero ambos lo sabemos con certeza:
que nuestro amor es como el agua limpia,
tan limpia como el sol de tu mirada
y como el cristal limpio de mi risa.
Que siempre nuestro amor bese lo eterno.
Que andemos siempre juntos por la vida
aunque tu silencio y mi silencio
nos despelleje el alma tira a tira.
Tú sabes como yo, cariño mío...
Tú sabes como yo de la desdicha.
Tú sabes cómo escuecen los latidos
que salen de una víscera podrida.
Tú sabes como yo, saberse hundido.
Tú sabes como yo de la desidia.
Tú sabes como yo que este amor nuestro
nos curará por siempre las heridas
y tatuado lo tendremos en el pecho
lo mismo que una rosa sin espinas.

Fuengirola, 7 de diciembre de 2002.

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