Ahora,
cuando la siesta estival
oscurece mis pupilas
del añil del mar
y soportan la aplastante
bofetada del calor...
Ahora,
cuando el silencio
roto por la cálida brisa
te hace abrir los ojos
y adviertes entre sueños
la cal del porche, la parra
y los dompedros sedientos...
Ahora es cuando añoro
la caída de la tarde,
cuando los jazmines
comienzan a abrirse,
cuando las damas de noche
y las lánguidas trompetas
van perfumando
cada rincón del patio,
cuando las estrellas
bailan alrededor
de la gran vedette de la noche
y nos ofrecen sus lentejuelas
en su decorado de nebulosas,
cuando la lechuza va silbando
tan rubia y tan hermosa,
cuando la radio nos ofrece
sus voces y su música,
cuando las velas
se encienden en las terrazas,
cuando los bulevares
se llenan de paseos,
de historias nuevas, de besos...
Ahora es cuando necesito
la tarde,
y la noche,
y la madrugada,
precursora de la límpida mañana
y del mar en calma,
con sus orillas de cristal
y su horizonte malva.
Fuengirola, 18 de julio de 2000.
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