lunes, 11 de octubre de 2010

ROMANCE DE MI DESPECHO

Quédate con esos besos.
Quédate con tu tequiero.
Quédate con ese amor
del que una vez fui pordiosero.
Quédate con tu riqueza.
Quédate con tu dinero,
con el blasón de tu apellido
y el alquitrán de tu recelo.
No creiste en mi latido
ni en mi decir verdadero.
Tu vida era el boato,
el alarde de tu imperio.
Pero qué pena me das.
Estás sola en ese encierro
que causó tu desconfianza,
tu altivez y tu desprecio.
Tu juventud ya se ha ido
camino del cementerio,
la luz de tu mirada
y el cordobán de tu pelo.
Hoy deambulas entre sombras.
La dicha no tiene precio,
ni el cariño de un amigo,
ni el segar un buen recuerdo.
En la puerta de tu casa
tu escudo viste de duelo
y entre lámparas de aceite
vas arañando el desvelo
que te causa la tristeza.
Eres pena sin pañuelo.
Hoy suspiras en tu alcoba
sonámbula de amor y celos,
pero hallas solamente
cuatro rincones negros
donde cuatro cuchillos aguardan
ser tu muerte y tu silencio.
Tus sábanas son el sudario
del amor que ya se ha muerto,
de tus manos que destrozan
la azucena de tu cuerpo,
de esos pies que se quedaron
tan inertes como un muerto,
sin haber explorado nunca
la verdad de mis senderos.
Hoy te mueres sola y triste,
triste y sola, sin mis besos,
sin mis caricias de espuma,
sin mis palabras de viento,
sin mi sol, sin mi luna,
sin mi mar y sin mi cielo.
Y a solas muerdo mis labios
para no llamarme: "¡necio!",
para no gritar mi encono,
mi el rencor que voy lamiendo. 
¡Qué pecado hay en mi alma!
¡Cuán oscuro es mi tormento!
¡Cómo se desangra todo
por no decirnos: "te quiero"!
También muero solo y triste,
triste y solo, sin tus besos,
sin tus caricias de espuma,
sin tus palabras de viento,
sin tu sol, sin tu luna,
sin tu mar y sin tu cielo.

Fuengirola-Málaga, 15-18 de julio de 2002.

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