lunes, 11 de octubre de 2010

RESOLUCIÓN

Aunque muriera mil veces
y esparcieran mi cadáver
por el camino de cipreses
que hay del cementerio a mi calle,
ella seguiría queriéndome,
aunque por ello la mates.
Nuestro amor es como el alba
que cada día renace.
Es tan puro como el agua
que riega los arrayanes,
como el viento de la sierra
y la brisa de los mares.
Nuestro amor es tan hermoso
como el color de la tarde.
Tan auténtico y sencillo
como el beso de una madre.
Y nunca conseguirás
que este fuego inagotable,
incandescente y eterno
que a nuestro paso se abre
se extinga como la vida
o como todo lo que nace.

Nos quisimos desde chicos,
pero tú, la persona más cobarde,
la más envidiosa de todas,
la más deplorable,
me arrojabas de tu casa
entre insultos miserables.
Es tu hija, sí, pero la quiero,
igual que quisiste a mi madre.
Si ella no aceptó tu cariño
fue porque ya llegaste tarde.
Porque lo que tú querías
era prenda de mi padre,
un hombre de cuerpo entero,
un hombre que siempre odiaste.
Una noche que tardaba
mi madre salió a buscarle
y lo encontró en una acequia
bañado en su propia sangre.
Fueron dos tiros certeros
y nunca se halló al culpable.
Pero te juro aquí mismo,
-que el corazón se me pare-
que no te permitiré
que de ella me separes.
Tendrás que tirarme dos tiros
para que mi boca calle.
Tendrás que arrojarme a una acequia
y bañarme en mi propia sangre,
pero el amor de tu hija,
así como el de mi madre
seguirán siendo míos, ¡míos!
y a ti te faltará el coraje
de seguir luchando por nada,
de seguir luchando por nadie.
Así que, apacigua tu ira,
tu rencor infatigable,
esos aires de grandeza
y ese encono detestable
y dále gracias a Dios
que mi odio se ha dormido,
que se murió aquella tarde
que escucharon mis oídos
su tequiero inmarchitable.
Inmarchitable, te digo.
Inmarchitable.
Ella es mi hoy y mi mañana,
mis ojos, mis pies y mi aire
y te juro por mi vida
que con ella he de casarme.
Y te aseguro y te advierto:
es un amor intocable.
Quien se atreva a interponerse
mis manos serán dos sables,
dos garras de tigre en celo
y dos lobos muertos de hambre.

Fuengirola-Málaga, 29 de septiembre de 2001

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