miércoles, 20 de octubre de 2010

POEMA DE LA MALA SANGRE

Yo me tragué las piedras de la calle
y mastiqué tus ausencias consentidas.
Yo enloquecí y hasta mi propia sangre
se convirtió en amargura derretida.
Tú fuiste mala hierba en mi camino
y succionaste sin piedad toda mi vida.
No te importó grabar a fuego tu deshonra
al cobijo seductor de aquella esquina.
Derramaste tu maldad sobre tu rostro.
Fui lagar donde pisaste enloquecida.
Mala sangre es lo que corre por tus venas.
Mala sangre me dejaste en mis vigilias.
Ya no sé si despertarme de este sueño
donde sufro agazapado mi desdicha.
Tu desprecio destruyó mis ilusiones,
los proyectos que contigo emprendería.
Pero el mal que rezumaba de tu alma
flageló sin compasión aquella herida
que sangraba sin cesar por tu pecado,
que sangraba con tu sangre envilecida.
Hoy la vida te ha pasado sus facturas
derrumbando tu arrogancia endurecida.
Ya los años te dan miedo, te acobardan
y estás sola, en las penumbras sumergida.
Ahora duermes agarrada a una botella
sin hallar ninguna puerta de salida.
Sólo quieres disfrazar a tu conciencia
que te muerde sin piedad, como un caníbal.
Mala sangre destilaste en tus veredas.
Mala sangre se estancó en ti un mal día.
Mala sangre que envenena al que te toca.
Mala sangre que se muere en ti, podrida.
Y hasta el último suspiro de tu boca
estará latiendo en ti, de noche y día.

Fuengirola, 2001.

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