lunes, 11 de octubre de 2010

MURMULLOS

Vas caminando despacio
llevando tu pena a cuestas.
Como la nieve es el nardo
de tus mejillas de cera.
Con cuánta amargura soportas
tu verdad que ves expuesta
en los balcones del llano
y en las oscuras callejas.
Resoplidos de veneno
se estrellan en tu cabeza.
La locura va asomando
y la cordura se aleja.
Cuánta peste en las palabras.
Cuánta epidemia en las lenguas.
Cuántos ojos te vigilan.
Cuántas miradas te acechan.
Y tú, queriendo evadirte,
medio viva y medio muerta,
sin más báculo que el recuerdo
de tí misma y tu vergüenza,
decides quedarte inerte
frente a ventanas y puertas.
Te enfrentas con la mirada
ante la gente sedienta.
Tu rostro, severo y frío.
Tu boca, desdeñosa y tensa.
Te niegas a darles agua
y sigues callada en la acera.
De pronto giras tu cuerpo
lo mismo que una veleta.
Las miradas caen al suelo
y el silencio se entremezcla
con el graznido de un cuervo
y el viento de la sierra.
Por fin reanudas tus pasos.
Por fin se cierran las puertas.
Por fin callaste esas bocas
con tu silencio de fiera.
Y te vas hacia la mar
con tu vestido de seda
buscando un nuevo horizonte
con nuevas lunas y estrellas.

Fuengirola, 18 de enero de 1996.

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