Con este sentir poético
hablo siempre lo verídico.
Me gusta lo filosófico
así como lo más místico.
Siempre huyo de lo irónico,
pues me parece feísimo
que a costa de un anoréxico
algunos se rían muchísimo.
Soy muy próximo y legítimo,
aunque a veces sea frenético
y otras tantas muy pacífico.
Huyo siempre de lo excéntrico
y de todo lo antipático
gusto más de lo humorístico
y también de lo dramático.
Me gusta el jamón ibérico.
Los demás saben a plástico.
Me gusta lo gastronómico
aunque luego mis jugos gástricos
necesiten un antídoto
y algún elixir balsámico.
A veces, el farmacéutico
se queda más bien atónito,
pues me prefiere esquelético,
calavérico y anímico
en vez de tan calórico.
No me parece lógico
que teniendo tan buen estímulo
en mi paladar periódico
yo considere epidémico
los manjares biológicos.
No puedo quedarme estático,
-sería para mí fatídico-
entre manjares acuáticos,
sean fluviales o marítimos.
Creo que es más benéfico,
espléndido y honorífico
comerse una buena albóndiga
que presumir de guapísimo.
Todo esto es tan caótico,
y creo que tan ilícito
que prefiero irme a Mónaco
que presumir de raquítico.
No tengo perfil helénico,
ni tampoco soy altísimo,
ni figura fotográfica,
ni voy de modernísimo.
A mí me llaman Esdrújulo.
(No será por mi retórica)
Pues me parece ridículo
que mi prosa no sea histórica
ni que nunca se haga público.
Fuengirola-Málaga, 28 de abril de 2002.
(Nada que un día me dio por ahí, jajaja)
hablo siempre lo verídico.
Me gusta lo filosófico
así como lo más místico.
Siempre huyo de lo irónico,
pues me parece feísimo
que a costa de un anoréxico
algunos se rían muchísimo.
Soy muy próximo y legítimo,
aunque a veces sea frenético
y otras tantas muy pacífico.
Huyo siempre de lo excéntrico
y de todo lo antipático
gusto más de lo humorístico
y también de lo dramático.
Me gusta el jamón ibérico.
Los demás saben a plástico.
Me gusta lo gastronómico
aunque luego mis jugos gástricos
necesiten un antídoto
y algún elixir balsámico.
A veces, el farmacéutico
se queda más bien atónito,
pues me prefiere esquelético,
calavérico y anímico
en vez de tan calórico.
No me parece lógico
que teniendo tan buen estímulo
en mi paladar periódico
yo considere epidémico
los manjares biológicos.
No puedo quedarme estático,
-sería para mí fatídico-
entre manjares acuáticos,
sean fluviales o marítimos.
Creo que es más benéfico,
espléndido y honorífico
comerse una buena albóndiga
que presumir de guapísimo.
Todo esto es tan caótico,
y creo que tan ilícito
que prefiero irme a Mónaco
que presumir de raquítico.
No tengo perfil helénico,
ni tampoco soy altísimo,
ni figura fotográfica,
ni voy de modernísimo.
A mí me llaman Esdrújulo.
(No será por mi retórica)
Pues me parece ridículo
que mi prosa no sea histórica
ni que nunca se haga público.
Fuengirola-Málaga, 28 de abril de 2002.
(Nada que un día me dio por ahí, jajaja)
No hay comentarios:
Publicar un comentario