lunes, 11 de octubre de 2010

ME HAS ROBADO A TI


Por primera vez esta tarde
pude sentirme en ti.
Flotando en tus aguas me encuentro,
adherido a tu vivir.
El corazón me está creciendo,
aún no se puso a latir.
Tu zumo lo estoy bebiendo
cual rosa de su raíz.
¡Oh cuando me tengas en tus brazos...
cuando yo me mire en ti...!
Oh cuando cantes con tus versos
acunando mi dormir...!
Pero, mamá, ¿qué te ocurre?
¿Por qué siento tu gemir?
¿por qué de noche, en tu alcoba,
no deseas mi existir?
¿Que mi padre no te quiere?
Quiéreme tú a mí.
Si consuelo no hallas de él
consuelo seré para ti.
Pronto estaré contigo.
¿No ves que empiezo a salir?
Pero... ¿dónde estás, madre mía?
¿Por qué me alejan de ti?
¿Por qué no has querido ni verme?
¿Por qué lo ordenaste así...?
Otros brazos me protegen
ajenos a mi sentir.
Me has robado a mi madre.
Me has robado... ¡a ti!
De noche, cuando te acuestes,
siempre pensarás en mí.
No creas que con dejarme
vas a dejar de morir.
Yo mismo ya estoy muriendo
sin poder sentirme en ti,
sin beber más de tu zumo
cual rosa de su raíz.

Fuengirola, 23 de diciembre de 1992.

Siempre lamentaré haber escrito este poema, pues me lo inspiró una madre que abandonó a su hijo a o-
tras manos.
No creo que una persona con remordimientos de conciencia no se sienta como si se estuviera murien-
do, y más la conciencia de una madre, sabiendo que por algún lugar del mundo existe un ser que estuvo dentro de su seno. Es triste, pero ocurrió.
 

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