martes, 12 de octubre de 2010

LAS TÚRDIGAS DEL CORAZÓN

Las túrdigas del corazón
yo me arrancaba ahora mismo
para llorar con tesón
tu maldad y tu cinismo.

No te importó mi estupor
al empujarme al abismo,
ni si quiera mi dolor
al verme solo y perdido.
Y aquí estoy en un rincón
con mi cuerpo entumecido
soportando tu rencor
y tu odio envilecido.

A ti sólo te importó
la opinión de tus amigos,
los que cantan tu canción
y repiten tu estribillo,
los que te dan la razón
por unas copas de vino,
amigos de mostrador,
hipócritas del casino,
los que te hacen creer
que aún admiran tu prestigio.

Fue mucho para tu honor
encontrarme en tu camino,
poca cosa, diría yo,
mucho menos que un comino,
y encima respondedor
a tus estúpidos dichos.

Si una vez te dí mi amor
-oye bien lo que te digo-
fue por mi corazón,
por seguirle los instintos.
Que sin conocerte yo
se enamoró mi latido
de tu nombre, del candor
que me diste estremecido.
Y yo, aprendiz de ese calor
que se metió en lo más íntimo
dediqué todas mis horas
a seguirte como un niño.

Todo lo dejé por ti
pese a mis años cumplidos.
Tiré al río mi reloj
por todo el tiempo perdido
y me llené de valor
destrozando mi destino.

Las túrdigas del corazón
me arrancaba yo ahora mismo
si te dedico un minuto
o quisiera estar contigo.
Me echaría, gota a gota,
ácido en los sentidos
para verte eternamente
igual que a un desconocido.

Fuengirola, 28 de noviembre de 2006.

No hay comentarios: