martes, 12 de octubre de 2010

LA VERDAD

     Verdad, todos queremos poseerte, asirnos de tu claridad, pero qué pocos están dispuestos a pagar el precio que vales.
     Verdad, en tus alforjas llevas la libertad. Nos liberas de los miedos adquiridos, de la fe impuesta, de la ignorancia tatuada en el núcleo de nuestro entendimiento.
     Tú eres el reflejo de tu Amo, y por tanto, toda tú eres luz. Haces más fácil todo y nos enseñas que la ausencia del ser querido que continúa durmiendo en la muerte, es temporal, porque tú nos aseguras que podremos volver a verlo de nuevo... Y como eres La Verdad te tenemos que creer, estás adherida a lo cierto, al testimonio veraz, al descubrimiento de lo oculto. Sencillamente no tienes capacidad para mentir.
     Cuando carecíamos de ti la gente nos miraba con presunción pensando que éramos unos ignorantes, y una vez que te hemos hallado son ellos los que nos tachan de presuntuosos y odian que aseguremos abiertamente haberte encontrado.
     Tú eres algo absoluto, como el sí, como el no, como el día, como la noche, como la tristeza, como la alegría...
     Sólo los que te hemos hallado sabemos que existes y el valor que tienes. No se puede comparar con ningún gozo experimentado por nadie en ningún momento. Tu hallazgo fue como salir de un largo y tenebroso túnel y sentir los ojos embriagados de tu claridad, de LA LIBERTAD escrita con mayúsculas, de la esencia de la felicidad.
     No es ser presuntuoso afirmar que te hemos hallado, sencillamente es nuestra satisfacción la que se expresa, porque es imposible guardar una hoguera dentro de un armario, es necesario compartirla con los demás para que también se puedan beneficiar de su calor y su luz. Es imposible callar nuestras gargantas una vez que nos hemos dado de cara contigo.
     El creer que te tenemos no es cegarse a la lógica, ni a la realidad, ni nos hace llevar una venda en los ojos. No, al contrario, la venda se desprendió de ellos en el momento
en que nos tocaste.
     Verdad, siempre te dejas hallar por aquellos que realmente te quieren encontrar, por los que se gastan en buscarte por cada resquicio de la vida, pero aquellos que se resisten bajo una coraza de necedad, creyendo que La Verdad es la que ellos se han confeccionado a su medida, una verdad cómoda, una verdad para maquillar grotescamente sus sucias conciencias y continuar haciendo de las suyas sin remordimientos, esos... esos nunca te hallarán y continuarán siempre viviendo en un fraude.
     Yo estoy adherido a ti porque te busqué, porque hasta arañé el asfalto por encontrarte, porque siempre intuí que eras un tesoro y que era preciso descubrirte para beneficiarme de tus bondades. Y hallé la piedra más preciosa que existe, la más luminosa, a ti, Verdad.

     Fuengirola, 6 de septiembre de 2001

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