martes, 12 de octubre de 2010

LA MALA LENGUA

L evanta falsas palabras.

A rrastra a la víctima al dolor.



M engua la confianza.

A laba al malhechor.

L acra al inocente.

A rruína el candor.



L amína los corazones.

E njuicia hasta el amor.

N unca rectifica.

G rita mentiras al Sol.

U ngüento de mescolanza.

A roma de desazón.



    Es cierto, un órgano tan pequeño y qué daño puede ocasionar cuando lanza un falto testimonio, destroza una buena reputación labrada durante toda una vida. Pero siempre la vida endereza los asuntos y la Verdad tarde o temprano sale a flote, es como una miga de pan, por mucho que la queramos hundir, siempre acaba flotando en el agua. Una mala lengua te puede enemistar con la gente y granjearte mucho vituperio, pues pone en tela de juicio tu veracidad, tu buen hacer y tu bondad. Una mala lengua te hace ver a ciencia cierta quiénes son tus amigos verdaderos, y quiénes son lo que lo han sido de pacotilla.
    Quien sea blanco de una mala lengua...las lleva claras, pero al mismo tiempo uno se libera de gentuza que comenzaba a introducirse en el círculo de amigos de uno. Uno comienza a limpiar la casa de todo lo que la estaba ensuciando, y créanme, amigos: qué gustazo entra al ver que la casa está como los chorros del oro, libre de tantos microorganismos y bacterias, incluso hasta el felpudo de la puerta de casa carece de cualquier rastro de antaño.
    Una mala lengua es como un escorpión: ella misma acaba envenenada por su propio aguijón.


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