lunes, 11 de octubre de 2010

LA CALINA GRIS Y MALVA

La espesura del aire
ha enturbiado las montañas.
La calina gris y malva que ofrece el mar
ha sumido a la ciudad lejana
en edificios etéreos y dormidos.

La mañana ya despertó al gracioso gorrión
y a la ávida gaviota.

Las chimeneas de las fábricas
atenta, una vez más,
contra el aire fresco
que destiló la noche.

Las cañas dulces
han tejido una tupida alfombra
en las fértiles llanuras
que terminan en la playa.
Están impregnadas de salitre y rocío.

El río -formando caprichosos cauces-
transita perezoso,
como si no quisiera conocer su destino.

El Sol ya se despereza.
Su pronta presencia ha llenado al Este
de la rosa alborada.
Implacablemente va escalando nuestra esfera
hasque que, por fin
logra sacar sus primeros rayos
a través del misterioso horizonte.

Mientras tanto,
yo sonrío ante la vida
que escenifica ante mí
lo que Dios anima
con Sus manos de Gran Alfarero.

(Para los amantes del amanecer)

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