lunes, 11 de octubre de 2010

ÍNTIMO

Cuando encamino mi deseo
hacia aquel horizonte lejano,
quizás inexcrutable...
Cuando pienso en mis manos,
en mi garganta, en mi llanto...
Cuando mi olfato en su fantasía
explora aquel aroma
aún primicia del hombre
y mi boca se llena
de suspiros y paz...
Yo me miro desde lo alto.
Oteo mi ser desde mi ensueño,
desde mis montes
de orégano y tomillo,
y me digo en lo íntimo,
en la vibración de mi piel,
que quizás sea lo mejor,
definitivamente lo mejor,
que aquel horizonte lejano
sea inexcrutable,
muro vertical de pulido alabastro.

Fuengirola, 12/6/1998

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