martes, 12 de octubre de 2010

HOY MI MAMÁ ME HA MATADO

Nunca nadie me ha querido
ni sentí jamás un beso.
Nunca nadie me ha mecido.
Fui sólo un instante, un momento.
Sólo inspiré amargura,
insomnio, desaliento.
Nunca fui por nadie deseado.
Sólo engullí el recelo
de una madre, que sin serlo,
me dio cobijo en sus aguas
mezcladas con el veneno
de ser fruto de lo ilícito.
Sólo soy remordimiento.
En esta tarde de marzo
tan fría como el invierno,
su maldad y cobardía
-lo mismo que causó su miedo-
vendió mi vida a un verdugo
y encima le dio dinero.
Nunca seré aquel niñito.
Ya me esfumé como el viento,
como un fuego que se apaga,
como la luz de mi aliento.
Nunca fui ni seré nadie.
Sólo seré un mal recuerdo.
Hoy mi mamá me ha matado,
me dejó sin pensamientos,
sin sentir más sus latidos,
sin un nombre, sin nada puesto.
En el contenedor de una clínica
-casa de muerte y de muertos-
desnudito y destrozado,
aún sin forma ni esqueleto,
lloro con los ojos cerrados
ya casi sin movimiento.
Yo me pregunto, cansado
por qué me envuelve el silencio,
qué me separó del Sol,
de los juegos, de aquel cuento...
Hoy mi mamá me ha matado.
Su suspiro de alivio
noto en mis adentros
como aquellos cien cuchillos
que me dejaron abierto,
devorando como alimañas
la blandura de mi cuerpo.
Cuánta pena siente mi alma.
Cuánta amargura yo siento.
Ay, qué hedor tiene el pecado
que me convirtió en estiércol.
Hoy mi mamá me ha matado,
pero seré escorpión en su pensamiento.
Remorderé cada noche su calma
y seré su vigilia y desvelo.

Fuengirola, Málaga, 24 de marzo de 2002.

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