Las últimas luces
se desvanecen en la mañana.
El repartidor de periódicos
ya empieza su andadura en la ciudad.
Los panaderos ya comienzan
a apagar sus hornos
y las vendedoras de amor
se van a tomar café con leche
en la barra de un bar.
Los despertadores están a punto
de explotar en las mesillas de noche
y sobresaltar a bellos durmientes.
Aún se ve a algún joven regresando a casa.
Todo huele a madrugada.
La noche destiló las miserias del día anterior.
El silencio mora en las calles,
en las fuentes sin agua,
en las casas cerradas a cal y canto.
Una luz que otra -como luciérnagas estáticas-
da forma al rectángulo de alguna ventana
adherida al insomnio de alguien.
Me asomo en la oscuridad y veo los puentes,
las aceras vacías, el silencio imponente
que enloquece mis oídos de aquel tequiero tuyo
sin palabra alguna.
Suspiro profundamente, sonrío,
y siento cómo la corriente del río
deja helado mi rostro.
Dentro de unas horas esta expectativa de tenerte
dejará de ser.
Y entonces los besos de mi boca
llenará la tuya de desmedida,
de mi pasión creciente,
de mi saberte amar como nunca lo hice antes.
Y crecerá en nuestros cuerpos
el sangrante latido de tu éxtasis y el mío
y querré volverme loco,
y querrás gritar sin fuerzas,
y la alcoba entera arderá en vivas llamas
no apagándose nunca el rescoldo
entre las horas y el descanso.
Despertarás y me continuarás amando
y yo sonreiré sin abrir los ojos
y en silencio te sabré amar.
Ahora la expectativa de tenerte
va de puntillas por el suelo
y no me deja dormir.
Cuando sacíes mi oído y mi piel...
Cuando de noche te acerques a mí
y me beses el cuello...
Cuando creas que duermo
y te atrevas a decirme
todo lo que no me dices despierto...
podré decirme en mis adentros
que amo tu voz, tu aroma y tus manos
que me recorren entero.
Y por fin sabré cantar
la canción nueva que andaba buscando,
esa melodía que alguien compuso para nosotros.
El sol está naciendo en el Este
y la noche continúa viva.
Cuando esté el mediodía establecido
y tus pasos caminen por la estación
ansiosos de hallarme en casa
yo te estaré esperando, amor.
Y se me habrá olvidado todo esto.
Porque contigo sólo sé que soy por ti.
Cuando mis besos besen tus besos
y mis caricias acaricien tus caricias
podremos por fin sentir
el sentido sempiterno de la vida.
Fuengirola, 31 de octubre de 2009
se desvanecen en la mañana.
El repartidor de periódicos
ya empieza su andadura en la ciudad.
Los panaderos ya comienzan
a apagar sus hornos
y las vendedoras de amor
se van a tomar café con leche
en la barra de un bar.
Los despertadores están a punto
de explotar en las mesillas de noche
y sobresaltar a bellos durmientes.
Aún se ve a algún joven regresando a casa.
Todo huele a madrugada.
La noche destiló las miserias del día anterior.
El silencio mora en las calles,
en las fuentes sin agua,
en las casas cerradas a cal y canto.
Una luz que otra -como luciérnagas estáticas-
da forma al rectángulo de alguna ventana
adherida al insomnio de alguien.
Me asomo en la oscuridad y veo los puentes,
las aceras vacías, el silencio imponente
que enloquece mis oídos de aquel tequiero tuyo
sin palabra alguna.
Suspiro profundamente, sonrío,
y siento cómo la corriente del río
deja helado mi rostro.
Dentro de unas horas esta expectativa de tenerte
dejará de ser.
Y entonces los besos de mi boca
llenará la tuya de desmedida,
de mi pasión creciente,
de mi saberte amar como nunca lo hice antes.
Y crecerá en nuestros cuerpos
el sangrante latido de tu éxtasis y el mío
y querré volverme loco,
y querrás gritar sin fuerzas,
y la alcoba entera arderá en vivas llamas
no apagándose nunca el rescoldo
entre las horas y el descanso.
Despertarás y me continuarás amando
y yo sonreiré sin abrir los ojos
y en silencio te sabré amar.
Ahora la expectativa de tenerte
va de puntillas por el suelo
y no me deja dormir.
Cuando sacíes mi oído y mi piel...
Cuando de noche te acerques a mí
y me beses el cuello...
Cuando creas que duermo
y te atrevas a decirme
todo lo que no me dices despierto...
podré decirme en mis adentros
que amo tu voz, tu aroma y tus manos
que me recorren entero.
Y por fin sabré cantar
la canción nueva que andaba buscando,
esa melodía que alguien compuso para nosotros.
El sol está naciendo en el Este
y la noche continúa viva.
Cuando esté el mediodía establecido
y tus pasos caminen por la estación
ansiosos de hallarme en casa
yo te estaré esperando, amor.
Y se me habrá olvidado todo esto.
Porque contigo sólo sé que soy por ti.
Cuando mis besos besen tus besos
y mis caricias acaricien tus caricias
podremos por fin sentir
el sentido sempiterno de la vida.
Fuengirola, 31 de octubre de 2009
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