Cómo puede mi alma entera estar anclada
en el fondo de este mar que me acongoja,
que sumerge mi alegría y mi alborada
en la noche más oscura y tenebrosa.
Cómo puede estar mi alma masacrada
con cuchillos afilados que la cortan,
que la dejan sin latido y desangrada
y esparcida por la calle de las sombras.
Tus tequieros tan lejanos la desgarran,
la distancia de tus ojos, de tu boca,
esa acera interminable -que no acaba-
y el dolor eterno y mudo de las horas.
No distingue entre la niebla tu mañana,
sólo sabe pronunciar tu nombre a solas
y hoy se muere en esta fría madrugada
lo mismo que un clavel que se deshoja.
Fuengirola, 25 de noviembre de 2006
en el fondo de este mar que me acongoja,
que sumerge mi alegría y mi alborada
en la noche más oscura y tenebrosa.
Cómo puede estar mi alma masacrada
con cuchillos afilados que la cortan,
que la dejan sin latido y desangrada
y esparcida por la calle de las sombras.
Tus tequieros tan lejanos la desgarran,
la distancia de tus ojos, de tu boca,
esa acera interminable -que no acaba-
y el dolor eterno y mudo de las horas.
No distingue entre la niebla tu mañana,
sólo sabe pronunciar tu nombre a solas
y hoy se muere en esta fría madrugada
lo mismo que un clavel que se deshoja.
Fuengirola, 25 de noviembre de 2006
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