viernes, 29 de octubre de 2010

EN LA TARDE

El añil y el malva
se funden en el ocaso,
se besan como dos enamorados
que se encuentran en la tarde

Y los niños van derramando canciones
sobre las flores.

Una barca, dorada por el sol
duerme anclada sobre las quietas aguas
y mis ojos se llenan de paz
ávidos de hallar el olvido,
(pero de una inmensa paz...)

Y los niños van derramando canciones
sobre las flores.

La lentitud de mis latidos
me anuncian el estado de mi alma.
Y mi rostro se me antoja inexpresivo
como formado con un puzzle de hielo.

Y los niños van derramando canciones
sobre las flores.

Pero es inútil.
De nuevo su voz y sus ojos
vuelven a llamar con insistencia,
a reanudar mi congoja adormecida,
hasta que la noche me envuelva
con su narcótico manto.

Y los niños van derramando canciones
sobre las flores.

La brisa me trae
todo el aroma del mar,
pero también su risa
y su brazo en mi cintura
y sus silencios que decían tanto...

Y los niños van derramando canciones
sobre las flores.

Y yo, aquí, continúo en la tarde
con mi triste mirada
contemplando el idilio
que mantienen el añil y el malva.

Y los niños derraman flores
sobre mi dolor.

Málaga, 29 de junio de 2001 al 7 de julio de 2003.

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