El añíl y el malva
se funden en el ocaso,
se besan como dos enamorados
que se encuentran en la tarde
Y los niños van derramando canciones sobre las flores.
Una barca, dorada por el sol
duerme anclada sobre las quietas aguas
y mis ojos se llenan de paz
ávidos de hallar el olvido,
(pero de una inmensa paz...)
Y los niños van derramando canciones sobre las flores.
La lentitud de mis latidos
me anuncian el estado de mi alma.
Y mi rostro se me antoja inexpresivo
como formado con un puzzle de hielo.
Y los niños van derramando canciones sobre las flores.
Pero es inútil.
De nuevo su voz y sus ojos
vuelven a llamar con insistencia,
a neanudar mi congoja adormecida,
hasta que la noche me envuelva
con su narcótico manto.
Y los niños van derramando canciones sobre las flores.
La brisa me trae
todo el aroma del mar,
pero también su risa
y su brazo en mi cintura
y sus silencios que decían tanto...
Y los niños van derramando canciones sobre las flores.
Y yo, aquí, continúo en la tarde
con mi triste mirada
contemplando el idilio
que mantienen el añíl y el malva.
Y los niños derraman flores
sobre mi dolor.
Málaga, 29 de junio de 2001
se funden en el ocaso,
se besan como dos enamorados
que se encuentran en la tarde
Y los niños van derramando canciones sobre las flores.
Una barca, dorada por el sol
duerme anclada sobre las quietas aguas
y mis ojos se llenan de paz
ávidos de hallar el olvido,
(pero de una inmensa paz...)
Y los niños van derramando canciones sobre las flores.
La lentitud de mis latidos
me anuncian el estado de mi alma.
Y mi rostro se me antoja inexpresivo
como formado con un puzzle de hielo.
Y los niños van derramando canciones sobre las flores.
Pero es inútil.
De nuevo su voz y sus ojos
vuelven a llamar con insistencia,
a neanudar mi congoja adormecida,
hasta que la noche me envuelva
con su narcótico manto.
Y los niños van derramando canciones sobre las flores.
La brisa me trae
todo el aroma del mar,
pero también su risa
y su brazo en mi cintura
y sus silencios que decían tanto...
Y los niños van derramando canciones sobre las flores.
Y yo, aquí, continúo en la tarde
con mi triste mirada
contemplando el idilio
que mantienen el añíl y el malva.
Y los niños derraman flores
sobre mi dolor.
Málaga, 29 de junio de 2001
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