lunes, 11 de octubre de 2010

AQUELLA NOCHE

Apareciste una noche
cuando ya se me olvidó
el deseo de tenerte.
Apareciste sin yo llamarte,
sin rogar tu presencia;
cuando el hastío
empañó mi anhelo cansado,
agotado, muerto;
cuando llegué a acostumbrarme
a las penumbras de mi soledad;
cuando me hallaba ahogado
en la ciénaga tenebrosa
de la apatía.
Apareciste aquella noche
y fuiste pluma para un poema.
Enardeciste mi vida
llenándola de soles,
de constantes plenilunios.
Aquella noche
cambiaste mi horizonte nebuloso,
la niebla de mi esperanza sin ti.
Secaste mi rostro
de lágrimas hirientes
y la risa brotó de mi alma
como las adelfas nuevas,
como aquella semilla
que durmió en el invierno.

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